México, Distrito Federal. Aún no alcanzamos a ver la magnitud de lo que se aprobó con la reforma energética, advierte el especialista en geopolítica Alberto Betancourt Posada. Daños ecológicos en miles de sitios de México, un poder transnacional difícil de confrontar, la posible desaparición de Petróleos Mexicanos (Pemex), aumento de precios y escasez de energéticos, así como una subordinación a los intereses económicos estadunidenses es lo que prevén Betancourt y Heberto Barrios, integrante del Comité Nacional de Estudios de la Energía.
El artículo 27 de la Constitución fue redactado por Pastor Roix y Andrés Molina Enríquez con el propósito de blinda a la nación ante las presiones transnacionales, además de que sentó un precedente mundial en cuanto a lo que puede hacer un Estado para defender sus soberanía, recuerda Alberto Betancourt, académico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “Fue la piedra de toque de la arquitectura de la nación, y esta contrarreforma atenta contra su corazón jurídico”, señala.
Con el dictamen aprobado –distinto al que sacaron las comisiones de la cámara de diputados- se abre totalmente el sector energético, explica Barrios. El tránsito de un modelo cerrado al más abierto del mundo, advierte, será muy difícil de implementar. Además, se eliminan las últimas reservas constitucionales para la inserción plena de México en la lógica de América del Norte y sus tratados de libre comercio, agrega.
La clase política en su conjunto no sale bien parada de la evaluación que hacen Betancourt y Barrios. El ingeniero petrolero resalta que los cambios a la Constitución se hicieron en un proceso al vapor y sin respetar las formas del proceso legislativo, además de que inmediatamente entraron a debatirse a los congresos estatales. “Es bastante sospechoso porque es una decisión básica para la nación mexicana sobre el destino de sus recursos petroleros y de gran parte del presupuesto”.
Betancourt enumera las actuaciones de los partidos: se vio lo peor de la práctica política del partido Revolucionario Institucional (PRI), que engañó a los electores y traicionó su voto. El Partido Acción Nacional logró una victoria histórica, pues logró vencer en su lucha contra la expropiación petrolera, lo que en su tiempo le dio origen. Y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) le hizo el “caldo gordo a la reforma”, pues con su participación en el Pacto por México allanó el camino a la reforma energética, e hizo una oposición ridícula en la que, sospecha, muchos de los legisladores están fingiendo.
“Esto seguramente le quitará al pueblo mexicano la posibilidad del desarrollo social con base en la explotación de sus recursos”, resume el ingeniero petrolero.
Como en tiempos de Porfirio Díaz
La reforma energética (que el 15 de diciembre reunió la aprobación de 16 congresos estatales, de los 17 necesarios para su promulgación) representa un gran paso geopolítico, pues “tira el dique que era el muro de protección ante los poderes transnacionales y profundiza la integración subordinada de la economía mexicana a los Estados Unidos”, advierte Betancourt.
Betancourt Posada, especialista en medios de comunicación y geopolítica, agrega que la reforma es una suerte de anexión de México pero sin mexicanos. “Si se trataba de privilegiar la alianza con los Estados Unidos, por lo menos podían haber pedido 10 mil visas, pero estuvo pésimamente negociado”.
La apertura total en materia energética dará una tranquilidad enorme a los Estados Unidos al momento de competir con la Unión Europea y China, vaticina el académico, quien advierte que vendrá una gran pasarela de empresas que ofrecerán sus servicios, y pondrán ofertas sobre la mesa, por una parte, y por debajo de la mesa, negocios con políticos locales y triquiñuelas para ganar. “Es casi un hecho que participarán empresas de Estados Unidos y Gran Bretaña, sin descartar a otros países como China, Rusia, Alemania y Francia”, describe.
En cuestiones de geopolítica, advierte Heberto Barrios, no solamente se trata de que México pierde y gana Estados Unidos. “Otros países también saldrán afectados, como los de Centroamérica, porque después de todo México estuvo en el Pacto de San José apoyándolos, y hoy ya es imposible que eso suceda”, explica. El Pacto es una declaración conjunta de los presidentes de Venezuela y México que data de 1980, a través de la cual estos países petroleros se comprometen con Barbados, Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá y República Dominicana, a garantizar el abastecimiento de crudo y sus derivados en épocas de crisis.
“Esta reforma nos aleja de América Latina, justo en el momento en que vive un periodo dorado de integración con pasos serios para ser un bloque que negocie en colectivo”, alerta Betancourt. En sentido contrario, México le apuesta a engancharse a la “locomotora del progreso”, justo como hizo Porfirio Díaz, compara el investigador.
David y Goliat
Una de las consecuencias que veremos de la reforma energética será sobre el ambiente, pues una legisladora panista habló de perforar 5 mil pozos petroleros, resalta Betancourt. “Asistiremos al despliegue de un superpoder transnacional al que es difícil que se le oponga una comunidad indígena o un pequeño pueblo”, vaticina.
Como colofón, el permiso otorgado a los empresarios mineros para explotar el gas shale agravará la situación. “Los millones de hectáreas concesionadas a las mineras son un gran testimonio de daño ecológico, en materia de contaminación de agua, destrucción de ecosistemas únicos y aniquilación de masa vegetal. Y es lo que veremos en cada uno de los 5 mil pozos que se abrirán, porque las nuevas técnicas requieren de grandes cantidades de agua para extraer el gas”, explica.
La ventaja de pozos petroleros del modelo anterior de explotación –como Cantarell- es que el 80 por ciento de la producción se extraía de uno solo y la destrucción se limitaba a un lugar, compara el académico: “Ahora se necesitan muchos pocitos, y eso significa que van a agujerear la corteza del territorio mexicano y se provocarán daños ecológicos en muchas partes del país”. Además, veremos a los géologos extranjeros de las empresas transnacionales “merodeando” por todo el territorio, algo que antes fue atributo único de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Pemex, en desventaja
El ingeniero Heberto Barrios resalta que Pemex pasa a ser un contratista más, y todo queda en manos de la Comisión de Hidrocarburos –que determinará dónde y quiénes van a explotar el petróleo. “Se le pone en la misma condición que a una empresa española, china o norteamericana que llegará a México y tendrá el mismo estatus, pero que tendrá ventajas tecnológicas, de capital o de capacidad de gestión política”, complementa Alberto Betancourt.
Barrios indica que los nuevos órganos que determinarán las directrices de la explotación petrolera son muy débiles, y tomarán las decisiones a nombre del ejecutivo, y no de Pemex.
Pemex tiene la posibilidad de contratar empresas que desempeñen sus tareas, por lo que –de acuerdo con los artículos transitorios de la ley- podría desaparecer si no demuestra que es productiva, advierte Betancourt. “¿Y qué va a pasar con los trabajadores que pierdan su fuente de empleo?”, cuestiona el académico, que aventura que veremos un desplazamiento de trabajadores calificados mexicanos por extranjeros.
Ni más energía, ni más barata
La reforma se notará en dos aspectos, precios y abasto, indica Barrios: “Ya reconoció la Secretaría de Energía que no habrá disminución de precios de gasolina ni de diesel, y la turbosina –que no era aumentada mensualmente-, subirá para las líneas aéreas”. El ingeniero petrolero no cree en que bajaran el precio del gas y la electricidad, como promovió la propaganda a favor de la reforma. “Subirán porque ahora hay que incrementar las ganancias de las compañías transnacionales y toda la inversión que harán”.
En la nueva etapa, ya no hay ningún responsable del abasto de combustibles petrolíferos en el país, detalla el ingeniero. “Antes era Pemex, que resolvía mágicamente con su propia infraestructura para que no faltara el abasto. Ahora esto queda sujeto a las fuerzas del mercado”, además de que se prevé probabilidad de desabasto de combustible en algunas regiones del país, así como precios caros, indica el experto.
En cuanto al sector eléctrico, señala Heberto Barrios, “esto es el fin de un ciclo final de privatización que se inició en tiempos de Carlos Salinas y se profundizó con Ernesto Zedillo. Lo que queda de la Comisión Federal de Electricidad es una parte de la infraestructura que no le interesa a los privados extranjeros”. La generación es lo que quedará abierto al sector privado, indica.
Vuelta atrás
Para Barrios, sí hay posibilidades de revertir el golpe que representa la reforma, porque es muy complicado pasar de un sistema cerrado al más abierto del mundo. “Veo muy difícil que logren implementar este modelo, que queda ahora a través de muchas burocracias reguladoras. Y la consulta popular es una demanda válida, porque son cláusulas de decisión política fundamentales en la Constitución, que tienen a fuerza –desde el punto de vista teórico y así debe ser en la democracia- la necesidad de hacer consulta”.
Betancourt considera que para lograr una oposición efectiva, es necesaria mucha información. “Lo que tenemos que hacer ahora es que quienes aprobaron la reforma, paguen un alto costo político; es momento de que los ciudadanos y jóvenes investigadores jueguen un papel importante, pues es necesario estudiar y asimilar lo que se aprobó. Luego vendrá la sorpresa y la indignación”, concluye.