Reforma energética: la quinta
José Antonio Rojas Nieto
La pregunta flota en el ambiente. ¿Cómo
se va a lograr la disminución de los precios de electricidad? Sólo hay dos
maneras: 1) incrementando los subsidios; 2) disminuyendo los costos de
producción del fluido eléctrico. Lo primero iría en contra de todos losseñalamientos
actuales. Datos oficiales muestran que en 2012 se destinaron cerca de 100 mil
millones de pesos para subsidiar a los consumidores, primordialmente
residenciales, lo que alcanzó 0.65 por ciento del PIB y, muy probablemente,
cerca de 0.75 por ciento del PIB este año. Una disminución de precios de
energía eléctrica por esta vía sería muy delicada. Además de ir contra de lo
señalado en junio por el mismo gobierno actual, justo en la presentación de la
Estrategia Nacional de Cambio Climático (ENCC), cuando aseguró que era
necesario racionalizar aún más el subsidio a los energéticos, entre ellos la
electricidad, como medio de abatir las emisiones de gases de efecto
invernadero, primordialmente CO2.
Así, lo que resulta
más realista es pensar en una disminución de costos de producción. Se puede
lograr por diferentes vías. A decir de los últimos estados financieros
oficiales, se tendrían que bajar los costos de operación o los financieros, o
ambos. Si nos concentramos en los primeros, habría cuatro rubros que aminorar:
los de explotación, la depreciación, los gastos administrativos y los costos
porobligaciones laborales. Lo más realista y
significativo es pensar en una disminución en el importante rubro de
combustibles, principal componente de los costos de operación y uno de los más
significativos de los costos totales.
La concentración se
justifica aún más si recordamos la metodología aprobada por la Comisión
Reguladora de Energía (CRE) para el pago a permisionarios de electricidad que
entregan su fluido producido al suministrador, a la Comisión Federal de
Electricidad (CFE). Se determina con base en el famoso costo total de corto plazo (CTCP). ¿En qué consiste este CTCP? El texto oficial lo indica: corresponde al costo unitario de la energía eléctrica proveniente de una planta, determinado durante
el periodo de que se trate, incluyendo el costo de los energéticos utilizados y
todos los costos variables de operación y mantenimiento en los que dicha planta
incurra como resultado de las actividades de generación y transmisión de la
energía hasta el punto de interconexión del permisionario.
Y éste, a su vez, se
integra por la suma de dos componentes: 1) el costo unitario variable de
generación de la planta marginal, que incluirá el costo de los energéticos utilizados,
tales como: carbón, combustóleo, gas natural o diésel y su transporte, así como los
costos de agua, productos químicos, lubricantes, manejo de cenizas, en su caso,
y materiales consumibles en $/kWh; 2) el costo unitario variable de
transmisión, determinado por el incremento o decremento en el costo por los
efectos originados por la transmisión entre la planta marginal y el punto de
interconexión del permisionario, también en $/kWh.
Cabe aclarar un concepto
fundamentalísimo en este CTCP, el de la planta marginal, la unidad generadora
con mayor costo unitario variable de generación y cuya energía eléctrica puede
ser sustituida por la planta del permisionario. En buen romance y al margen de
polémicas teóricas –importantes, sin duda– esto significa que todas las
centrales que operan en un momento dado para cubrir la demanda de electricidad,
sean privadas o sean públicas, deberían recibir la remuneración de la planta
marginal. Y considerando –como de hecho sucede– que el componente principal y
más importante del CTCP es el variable de generación, y que de éste el más
relevante es el del combustible, podemos concluir que a todas las centrales que
operan para atender la demanda –horaria, por ejemplo– se les remunera el costo
variable del combustible marginal, sin duda el más elevado de todos los que se
utilizan en ese momento horario.
Hay elementos complementarios o reglas
generales, como por ejemplo la de exceptuar de la definición de planta marginal
a aquellas que garantizan el llamado despacho mínimo, que permite
dar confiabilidad al sistema. Pero lo cierto es que para cada hora de operación
del Sistema Eléctrico Nacional, la planta marginal es la del combustible más
costoso por kilovatio-hora de todos los utilizados. Y esto, como se podrá
comprender, depende, a su vez, de dos factores: 1) el precio por unidad de
calor primario de cada combustibles, el que resulta de la primera
transformación; 2) el volumen requerido por cada central eléctrica para generar
un kilovatio-hora, lo que a su vez depende de la eficiencia de la central,
identificada por el calor primario necesario para producir ese kilovatio-hora.
¿Cómo, entonces, puede bajar el precio de la electricidad? De manera primordial
–que no única– con la disminución del CTCP. Y este sólo puede bajar por una
disminución del precio del combustible o un aumento de la eficiencia. O por
ambos. Es claro que en México no es posible en este momento –incluso es de
dudarse que se pueda lograr en un futuro inmediato– bajar el CTCP, determinado
en lo fundamental por el combustóleo, cuyo calor primario se cotiza cerca de
los 15 dólares por millón de unidad térmica británica (MMBtu). Y que el gas
natural –del que no tenemos suficiente– se cotiza en poco menos de cuatro
dólares por MMBtu.
Además, y simplificando un poco, podemos
decir que las eficiencias de las centrales que utilizan combustóleo están por
debajo de 40 por ciento y las que utilizan gas por encima de 50 por ciento. En
suma, esto significa ahorros del orden de 80 por ciento. Muy atractivos, sin
duda. Este razonamiento hace imaginar que ya se pueden bajar las tarifas. Pero
eso no es cierto. No hay capacidad suficiente para generar todo con gas. Ni gas
natural suficiente para hacerlo, en caso de que la hubiera. Y todavía más. En
este último caso es evidente el enorme riesgo de generar todo con un solo
combustible. Enorme. Tampoco hay certidumbre de que los precios del gas y del
combustóleo seguirán guardando ese enorme diferencial. Ya hay mucha discusión
en el mundo sobre ello. Y gran incertidumbre al respecto. Así, aun de lograr la
superación de todas las limitantes actuales y de lograr un manejo adecuado de
las incertidumbres señaladas, es evidente que esa baja de tarifas no puede ser
inmediata. De veras.
NB Un abrazo amistoso a la familia de
Emilio Caballero Urdiales, profesor, compañero y amigo entrañable de nuestra
querida Facultad de Economía de la UNAM. Descanse en paz.
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